sábado, 29 de junio de 2013

Los tiempos de los gentiles

El conocimiento de las Sagradas Escrituras hace que comprendamos la vida; el conocimiento de la historia nos puede dar una creciente apreciación por la Palabra de Dios. Para ayudarnos a entender las cosas, Dios divide la historia en diferentes eras. Una de ellas se llama “los tiempos de los gentiles” (Lc.21:24), período en el cual el liderazgo de las naciones no está más en manos de Israel sino en manos de imperios gentiles. Este período comenzó con la cautividad de Judá bajo Nabucodonosor, rey de Babilonia (2Co.36:21). Desde entonces, el mundo ha estado “hollado por los gentiles” (Lc.21:24) y continuará así hasta que Cristo regrese a buscar a la Iglesia.

Esta era de los gentiles se ha caracterizado por muchos eventos: 1) el surgimiento de una potencia y un control mundial gentil (Lc.21:24); 2) la desaparición de Israel como potencia mundial (Mt.21:18-20); 3) el surgimiento de la Iglesia (Ef.1:20-23); 4) la renovación o el renacimiento de Israel (Mt.24:2); 5) la declaración de la futilidad de la adoración en el templo (Mt.24:2); 6) Cristo llama a Israel “ovejas perdidas” (Mt.15:24), y 7) el intento de dominación mundial por parte de una potencia gentil bajo el liderazgo del anticristo.

La Biblia indica que la fuerza masiva del poder mundial gentil será destruida. El mundo comercial, que tendrá como centro la ciudad de Babilonia, tendrá control por un tiempo limitado. Las Escrituras anuncian la devastación del comercio y la moneda mundial (Ap.18:2-3,9).

Al considerar las condiciones que caracterizan los tiempos de los gentiles, llegamos a la conclusión de que el hombre sin Dios, no importa cuáles sean sus capacidades, no puede triunfar. El resultado de la mera actividad humana, aunque sea admirable, será fracaso, pérdidas y devastación final. Por mucho tiempo el mundo se ha jactado de no necesitar a Dios; ha confiado en su propia capacidad para gobernar teniendo como simple guía la sabiduría humana. Durante los tiempos de los gentiles, el mundo creerá en muchas religiones, en muchas filosofías, y establecerá muchas metas. Estas podrán ser espectaculares por algún tiempo, pero al final no llegará a nada. Por tanto, hacemos bien, en llegar a la conclusión de que la cultura puede mejorarse solo por la intervención divina. Solo Cristo, al regresar con poder y gran gloria, podrá hacer de la sociedad algo útil y provechoso. Dicha sociedad, como claramente enseñan las Escrituras, puede existir solo si se transforma la naturaleza humana. El mundo es pecaminoso y durante los tiempos de los gentiles, está controlado por la raza humana caída. Esta, por la abundancia del pecado, ha perdido su condición espiritual está “destruida de la gloria de Dios” (Ro.3:23). Por lo tanto, el hombre no puede confiar en la “humanidad”; debe edificar su vida sobre un único fundamento: la fe en Jesucristo, el eterno Hijo de Dios.

La condición final de la riqueza, los valores que tiene el mundo, está resumida en la Palabra de Dios (Ap.18:14-15). En el cuadro de la revelación, los tiempos de los gentiles son temporalmente magníficos pero moralmente ciegos. Lo que los incrédulos pueden hacer en el mundo podrá ser atractivo por el momento, pero al final será completamente consumido por el fuego devastador del cielo. Debemos comprender que, sin Dios, lo único que pueden producir los judíos y los gentiles es destrucción. Se nos insta a estar consciente de ese programa del mundo, los tiempos de los gentiles, pero sin llegar a la cooperación.


Bibliografía: Biblia de Estudio de Profecía por Tim LaHaye, Reina Valera 1960. Artículo por David W.  Breese.   

La manifestación gloriosa de Cristo

La transfiguración de Jesús (Mt.17:1-8; Mr.9:1-8) fue una revelación anticipada y en miniatura a tres de los apóstoles de la gloria propia de Jesús (He.10:20) que se mostrará al mundo en su segunda venida. Ésta se anunciará con la aparición de “la señal del Hijo del Hombre en el cielo” (Mt.24:30). De esta manera, en la transfiguración estos tres apóstoles recibieron una revelación en cuanto a quien es realmente esta Persona (Mt.12:24).

En su ascensión, se eliminó el velo y el Hijo apareció gloriosamente (Hch.7:55-56). Nunca más esa gloria volverá a estar cubierta. Cuando Él regrese a esta tierra para afirmar sus pies en el Monte de los Olivos (Zac.14:4), todos los que habiten en ella “verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mt.24:30; Ap.19:11-16).

Cuando el Hijo regrese en gloria (Ap.1:13-16) estará cumpliendo la tarea de Juez que Dios le asignó (Juan 5:27). Apocalipsis lo presenta cumpliendo esta función a lo largo de todo el libro. Cristo es quien desata una serie de juicios (Ap.5:5) que se describen cuando se van abriendo los sellos (Ap.6:1-17) y van sonando las trompetas (Ap.8:2-9:21). La séptima trompeta es realmente el segundo advenimiento del Juez a la tierra (Ap.11:15). La forma de juicio asociada con su advenimiento se revela cuando se vacían las copas de ira (Ap.16:1-21). Se reivindica su derecho divino de juzgar (Juan 5:27): En su segunda venida juntará para juicio a los israelitas que vivan (Mt.24:31; 25:1-30) y juzgará a todos los gentiles vivos para determinar quiénes entrarán en el reino del pacto. Su gloria divina se revelará a través de sus juicios.

En su segunda venida Cristo también cumplirá su papel de Salvador o libertador (Ro.11:26-27). Debido a la iniquidad y a la idolatría, Israel fue entregada en manos de los gentiles opresores que regirán hasta que se cumpla “los tiempos de los gentiles” (Lc.21:24). La gloria del Hijo lo revelará como el Salvador, y la nación de Israel mirará con fe a Aquel que rechazaron y le dará la gloria que Él merece (Zac.12:10).

Cristo regresa por segunda vez para cumplir la tarea del Rey asignada por Dios Padre en la ascensión (Sal.2:6-7; 110:1). Juan, su precursor, presentó a Jesús en esa función (Mt.3:2) y Él reclamó para sí ese derecho (Mt.4:17). Cuando las multitudes fueron testigos de un asombroso milagro, reconocieron que Cristo era el Mesías, el hijo de David (Mt.12:23). En la segunda venida Jesús aparece como el “Rey de reyes y Señor de señores”, (Ap.19:16). Su gloria se revelará a lo largo de los mil años de su reinado aquí en la tierra (Ap.20:2-3) como “hijo” de David en el reino de David, según el pacto de Dios con Israel (2S.7:16; Sal.89:3-4).

Los creyentes, quienes no fueron arrebatados por nuestro Señor Jesucristo desde las nubes esperarán, la gloria que se revelará en la segunda venida de Cristo (Ti.2.13) porque ellos la compartirán. Esta esperanza es una fuente de bendición mientras ellos esperan la revelación de su gloria como Juez, su gloria como libertador y su gloria como Rey.

Bibliografía: Biblia de Estudio de Profecía, Reina-Valera 1960 por Tim LaHaye, artículo “La manifestación gloriosa de Cristo” por J. Dwight Pentecost.


jueves, 27 de junio de 2013

Las 70 semanas según la Biblia

La Biblia dice: "Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos", (Dn.9:24). 

El fin del período de "sesenta y dos semanas" (434 años) sumado a las siete "semanas" (49 años) que ya habían pasado durante la restauración de Jerusalén, hacen una total de 69 "semanas" (483 años). Este período de 483 años concluyó cuando al Mesías se le quitó la vida, una clara profecía del día que Jesús fue crucificado. Solo un Dios sobrenatural podría hacer una predicción tan precisa de la crucifixión de Cristo. 


La frase "un príncipe que ha de venir", no se refiere al Mesías, sino que es una clara referencia a un "príncipe" o gobernante futuro que entrará en escena durante la "semana setenta" de Daniel. Daniel 8:23 se refiere a este "príncipe" diciendo que es "un rey altivo de rostro"; el apóstol Pablo lo llama "el hombre de pecado" y "el hijo de perdición" (2Ts.2:1-8). Juan lo lama "el anticristo" (1Jn.2:18). El v.26 también incluye una pista definitiva para determinar la nacionalidad del anticristo ya que dice que será de "el pueblo ....que...destruirá la ciudad y el santuario". Muchos creen que "el pueblo se refiere a los romanos, quienes destruyeron la ciudad de Jerusalén en el 70 d.C. Esta observación, junto al hecho de que el anticristo gobernará las naciones gentiles del mundo occidental, parece indicar que es de ascendencia europea.

El v.27 del capítulo 9 hace referencia a la frase "Y por otra semana (siete años) confirmará el pacto con muchos", esta importante frase indica que el evento que comienza la "semana setenta" es la firma de un pacto de siete años de duración entre "el príncipe" (anticristo) del pueblo que destruyó la ciudad de Jerusalén, y los judíos. Este evento aun es futuro. La importancia de este período de siete años se destaca porque la Biblia le asigna más espacio a la tribulación que a cualquier otro período comparable. Jesús lo describe en el discurso del Monte de los Olivos (Mt.24-25), el apóstol Pablo en 2Ts.2:1-12 y Juan en Ap.6-19. 



El anticristo romperá su pacto con Israel y profanará el templo. "A mitad de la semana" indica que esto ocurrirá en el punto medio de la tribulación, es decir, después de solo tres años y medio. Jesús llama a esta profanación "la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel" (Mt.24:15). 

Al final de la "semana setenta", vendrá la "consumación"; es decir, que Cristo regresará en poder para gobernar este mundo como rey (comp. Dn.2:35,45).          


Bibliografía: Biblia de Estudio de Profecía, Reina-Valera 1960, por Tim LaHaye.

miércoles, 26 de junio de 2013

El reino milenial

La Biblia enseña que Jesús regresará a esta tierra. En Hechos 1:11, mientras los discípulos observaban, Jesús ascendió al cielo, y los dos hombres con vestidos blancos que estaban juntos a ellos les dijeron: "Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. En San Mateo 24:30 leemos: “y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”. Apocalipsis 1:7 declara: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron”. Zacarías, hablando en nombre del Señor, dice: “Y mirarán a mí, a quien traspasaron”, (Zac.12:10).

El propósito de la segunda venida de Cristo es establecer el reino de Dios sobre la tierra. En su oración modelo, Jesús les dijo a los discípulos que oraran, diciendo: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt.6:10). Durante el milenio, el daño causado por la tribulación será revertido, y Cristo reinará sobre el trono de David (Is.9:6-7; Zac.12:10). En Apocalipsis 5:10 Juan dice: “Y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”. Así pues, cuando Jesús venga a reinar, la Iglesia reinará con Él. Apocalipsis 20:4 nos dice que nuestro reinado en la tierra durará 1000 años.

Apocalipsis 5:9-10 habla del nuevo cántico que la Iglesia entonará en el cielo proclamando que el Cordero es digno de tomar y abrir sus sellos: “porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación, y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre a tierra”.

El reino de Dios no será comida y bebida, “sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Ro.14:17). Es en este tiempo que “morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreara” (Is.11:6). “El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey” (Is.65:25). Este es el tiempo cuando “martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra” (Miq.4:3). Las promesas de Dios para Israel incluían bendiciones tanto terrenales como espirituales. Los discípulos de Cristo, que comprendieron los aspectos terrenales de las bendiciones sobre Israel, le preguntaron a Cristo justo antes de su ascensión cuándo cumpliría las bendiciones terrenales y establecería su reino (Hch.1:6). Ellos todavía ignoraban que esta fase del reino de Cristo no tendría lugar hasta el fin de los tiempos.

Nuestro propósito y comisión hasta que Cristo regrese es trabajar proclamando su evangelio al mundo (Mt.24:14). “Amén; sí, ven (rápidamente), Señor Jesús” (Ap.22:30).


Bibliografía: Biblia de Estudio de Profecía, versión Reina Valera 1960 por Tim LaHaye. Artículo “El reino milenial” por Chuck Smith.

lunes, 24 de junio de 2013

Las setenta semanas de Daniel

“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”. (Dn.9:24-27).


La profecía de las “setenta semanas” es la principal profecía bíblica sobre los acontecimientos futuros relacionados con la nación de Israel: desde el decreto para reedificar los muros de Jerusalén hasta la primera y la segunda venida del Mesías. Cada “semana” es una unidad de siete años, de esta manera los 70 “sietes” constituyen un total de 490 años. Se predice que ocurrirán seis cosas con relación a los judíos durante esos 49 años:

1.) Terminará su “prevaricación”.

2.) Se pondrá “el final al “pecado” de Israel.

3.) Se expiará “la iniquidad”.

4.) “la justicia perdurable” se hará realidad.

5.) Se sellará la profecía.

6.) Se ungirá al “Santo de los santos”.

Estas seis cosas no se cumplirán en su totalidad hasta que haya pasado los 490 años. Algunos eruditos bíblicos sugieren que las primeras 69 “semanas” (483 años) comenzaron con el decreto emitido y proclamado a Nehemías para reconstruir Jerusalén en 445-444 a.C., y que terminaron durante la semana de la crucifixión de Jesús. Aparentemente hay una brecha en esta profecía entre las semanas 69 y 70. Muchos expertos en profecía creen que dicha brecha corresponde a la Era de la iglesia; por lo tanto, mientras continúe la Era de la Iglesia la “semana setenta de Daniel” seguirá siendo futura. De acuerdo a esta enseñanza, luego que Cristo arrebate a su Iglesia, el reloj del juicio de Dios comenzará a marcar la última “semana” de Daniel. Esta “semana setenta” de Daniel (v.27) es entonces sinónimo de los sietes años de la tribulación.

Daniel 9:26 SE QUITARÁ LA VIDA AL MESÍAS, MÁS NO POR SÍ. El fin del período de “sesenta y dos semanas” (434 años) sumado a las siete “semanas” (49 años) que ya habían pasado durante la restauración de Jerusalén, hace un total de 69 “semanas” (483 años). Este período de 483 años concluyó cuando al Mesías se le quitó la vida, una clara profecía del día que Jesús fue crucificado. Solo un Dios sobrenatural podría hacer una predicción tan precisa de la crucifixión de Cristo.

Daniel 9:26 UN PRINCIPE QUE HA DE VENIR. Esta frase no se refiere al Mesías, sino que es una clara referencia a un “príncipe” o gobernante futuro que entrará en escena durante la “semana setenta” de Daniel. Daniel 8:23 se refiere a este príncipe diciendo que es un “rey altivo de rostro”; el apóstol Pablo lo llama “el hombre de pecado” y “el hijo de perdición” (2Ts.2:1-8). Juan lo llama “el anticristo” (1Jn.2:18). El v.26 también incluye una pista definitiva para determinar la nacionalidad del anticristo ya que dice que será de “el pueblo…..que….destruirá la ciudad y el santuario”. Muchos creen que “el pueblo” se refiere a los romanos, quienes destruyeron la ciudad de Jerusalén en el 70 d.C. Esta observación, junto al hecho de que el anticristo gobernará las naciones gentiles del o mundo occidental, parece indicar que es de ascendencia europea.

Daniel 9:27 Y POR OTRA SEMANA (SIETE AÑOS) CONFIRMARÁ EL PACTO CON MUCHOS. Esta importante frase indica que el evento que comienza la “semana setenta” (semana de años) es la firma de un pacto de siete años de duración entre “el príncipe” (anticristo) del pueblo que destruyó la ciudad de Jerusalén, y los judíos. Este evento aún es futuro. La importancia de este período de siete años se destaca porque la Biblia le asigna más espacio a la tribulación que a cualquier otro período comparable. Jesús lo describe en el discurso del Monte de los Olivos (Mt.24-25), el apóstol Pablo en (2Ts.2:1-12) y Juan en (Ap.6-19).

El anticristo romperá su pacto con Israel y profanará el templo. “A la mitad de la semana indica que esto ocurrirá en el punto medio de la tribulación, es decir después de solo tres años y medio. Jesús llama a esta profanación “la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel” (Mt.24:15). Al final de la “semana setenta”, vendrá la “consumación”; es decir que Cristo regresará en poder para gobernar este mundo como rey (comp.Dn.2:35-45).

  Bibliografía: Biblia de Estudio de Profecía por Tim LaHaye. Reina Valera 1960. 

domingo, 23 de junio de 2013

La inminente venida de Cristo

"El regreso inminente de Cristo debe motivar a los cristianos a vivir como si el arrebatamiento pudiera ocurrir en cualquier momento"

      La definición de la palabra "inminente" es: "que amenaza o está por suceder prontamente" (Diccionario de la Lengua Española, Vigésima segunda edición, Real Academia Española).
Por lo tanto, un suceso inminente siempre está a las puertas y a "la vuelta de la esquina", en el sentido de que podría ocurrir en cualquier momento. Si para que suceda tuviera que pasar algo primero, entonces no es inminente.
       
     Nadie sabe con exactitud cuándo ocurrirá un evento inminente. Por esta razón hay tres cosas ciertas. En primer lugar, nadie puede asegurar que transcurrirá determinada cantidad de tiempo antes que suceda un evento inminente. Es por esto que uno debe estar siempre preparado porque puede ocurrir en cualquier momento. En segundo lugar, no se puede establecer la fecha en que tendrá lugar un evento inminente. Establecer fecha sugiere que el evento no puede darse hasta ese momento, y consecuentemente se destruye el concepto de inminente. Tercero, tampoco es lícito decir que porque un evento es inminente ocurrirá pronto. La Biblia indica que la segunda venida de Cristo era inminente cuando se escribió el Nuevo Testamento. Sin embargo, es obvio que el regreso de Jesús no iba a ser un evento cercano para quienes vivieron en los tiempos apostólicos. 
  
     El concepto del inminente regreso de Cristo puede explicarse de la siguiente manera: Su segunda venida siempre está a las puertas y a "la vuelta de la esquina", en el sentido de que podría ocurrir en cualquier momento. Pueden pasar otras cosas antes de que Cristo regrese, pero en términos bíblicos no hay nada más que deba suceder antes de su venida. Si tuviera que pasar algo más, la segunda venida de Cristo no sería inminente. 

     Como no se sabe exactamente cuándo regresará Jesús, tres cosas son ciertas. Primero, no podemos asegurar que pasará determinada cantidad de tiempo antes que suceda, por lo tanto, debemos estar siempre listos porque puede venir en cualquier momento. Segundo, no es lícito fijar una fecha para el regreso de Cristo. Tercero, no podemos decir que por la sencilla razón de que la segunda venida de Cristo es inminente, sucederá pronto. Puede ocurrir pronto, pero no tiene que ser pronto necesariamente. 

     En la Biblia existe un importante contraste. Se nos habla de un inminente regreso de Cristo, pero también de un regreso que no es inminente: un regreso que no puede darse hasta después de la "gran tribulación" (Mt.24:21,29-30). Este contraste nos lleva a la conclusión de que la Biblia nos habla sobre dos futuras venidas de Cristo: una inminente para arrebatar a la Iglesia y la que no es inminente, para gobernar al mundo luego de la gran tribulación. 

     El concepto bíblico del inminente regreso de Cristo conlleva una sería implicación en cuanto al tiempo de la venida de Jesús para arrebatar a su Iglesia. (Jn.14:2-3; 1Co.15:51-53 y 1Ts.4:16-18).Toda perspectiva que no sea la del arrebatamiento pretibulacional se opone al concepto bíblico del inminente regreso de Cristo.

     La perspectiva del arrebatamiento pretribulacional enseña que Jesús vendrá a arrebatar a su Iglesia antes que empiece la "semana setenta" de Daniel, enseña que nada más tiene que suceder antes de su venida, y que el regreso de Cristo podría ocurrir hoy mismo. Ese regreso inminente debe motivar a los cristianos a vivir como si el arrebatamiento pudiera ocurrir en cualquier momento (1Jn.2:28; 3:2-3)   

Bibliografía: La Biblia de Estudio de Profecía por Tim LaHaye. 
"La inminente venida de Cristo" por Renald Showers 


sábado, 22 de junio de 2013

El juicio del gran trono blanco

“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos”, (Ap.20:11). 

La reunión final de la humanidad con Dios en el día del juicio está grabada de forma indeleble en el corazón del hombre. El reconocimiento de este encuentro final es una de las cosas que distingue al hombre de los animales y parece formar parte de la conciencia humana. Más todavía, tal encuentro con Dios se menciona muchas veces en la Biblia y tiene lugar inmediatamente después del reino milenial, una vez que Cristo haya dominado la última rebelión del hombre y justo antes de que comience la nueva eternidad que Dios ha preparado para aquellos que lo aman y lo aceptan en su corazón.

“Los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios” (Ap.20:12) indica que todos esos “muertos” para con Dios, que viven en el lugar de tormento a donde fueron luego de su muerte terrenal, son resucitados (como se promete en Dn.12:2). Esto ocurre para que se presenten ante Dios, quien los juzgará “según sus obras” (v.12). es evidente que en el cielo existen libros donde están registradas las obras de los hombres y allí estarán hasta este juicio. Los “muertos” que se mencionan aquí son personas que nunca recibieron a Cristo antes de su primera muerte, y que luego del milenio serán resucitadas para presentarse ante Dios. Los libros que contienen sus obras serán abiertos, y ninguna de estas acciones habrá sido borrada por la sangre redentora de Jesús porque dichas personas lo rechazaron mientras vivieron en la tierra. Por tanto, se condenan por sus propias obras.

El que haya distintos niveles de castigo en la eternidad parece ser tanto bíblico como justo. Muchos creen que el motivo por el cual se realiza este juicio en particular es determinar los grados de sufrimiento en el lago de fuego. Es ante este trono que se cumplirá la predicción de (Fil.2:9-11) de que habrá un día en que todo hombre y mujer doblará sus rodillas para adorar a Jesucristo y confesar “que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. Si ahora nos arrepentimos y confesamos a Cristo, por supuesto que se nos excluirá de ese juicio y nuestros nombres estarán escritos en el “libro de la vida del Cordero” (Ap.13:8). Esto nos garantiza que nuestros nombres permanecerán en el “libro de la vida”, un libro diferente del que se borrará el nombre de toda persona que muera sin una relación salvadora con Cristo (Ap.3:5). Según (Ap.20:15), luego de una verificación final en este libro de la vida, todo aquel cuyo nombre no aparezca allí será lanzado al lago de fuego.

La grandeza de este trono no estriba en su tamaño ni en la cantidad de culpables sino en la grandeza del Juez que lo preside: el Señor Jesucristo. El color blanco representa su santidad y su pureza, y cuán apropiado es que sea Él quien juzgue a la humanidad (ver Juan 5:22,27-29; 2Tim.4:1). Él es el Verbo eterno (Jn.1:1), que vino a dar vida; una vida libre del poder y la paga del pecado (Lc.19:10; Ro.6:23; He.12:9). Quienes rechacen el regalo ofrecido por el Cordero de Dios, descubrirán que verdaderamente “¡horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (He.10:29-31).

El juicio del gran trono blanco no es para los cristianos. Es solo para aquellos que se niegan a aceptar a Jesucristo durante esta vida en la tierra. Para librarnos de este juicio lo único que tenemos hacer es arrepentirnos y creer en el nombre del Señor Jesucristo e invitarlo a ser nuestro Señor y Salvador.  

Fuente: Biblia de Estudio de Profecía por Tim LaHaye 

viernes, 21 de junio de 2013

Las señales de los tiempos

“Ahora entendemos profecías que hasta hace poco resultaban incomprensibles”

Jehová le dijo al profeta Daniel que muchas de las profecías de la Biblia sobre el fin de los tiempos seguirían teniendo un significado misterioso hasta que llegara el tiempo de entenderlas (Dn.12:8-9). Un inicio de que ahora vivimos en los últimos días previos al regreso del Señor puede ser que ahora entendemos profecías que nunca antes se habían comprendido. Nuestro entendimiento se basa en dos factores: el desarrollo histórico y las innovaciones tecnológicas.
Un ejemplo de desarrollo histórico es el establecimiento de la nación de Israel el 14 de mayo de 1948. La Biblia está llena de profecías sobre el reconocimiento de los judíos en su tierra en los postreros días. Justo antes del regreso del Mesías (Is.11:10-12). Durante casi 2000 años los judíos estuvieron dispersos por todo el mundo. Sin ninguna esperanza aparente de volver a ser una nación. Debido a esta dispersión, no se comprendía las profecías sobre la existencia de Israel en los tiempos del fin. Lo mismo ocurría con las profecías (Zac.12:1-6; Lc.21:24) sobre la reocupación judía de Jerusalén, que tuvo lugar el 7 de junio de 1967.  
1.      La magnitud de la matanza de la tribulación.
Apocalipsis 6-9 dice que la mitad de la población del mundo morirá durante los juicios iniciales de la tribulación (una cuarta parte en los juicios de los sellos y una tercera parte de los que queden en el juicio de las trompetas). Una masacre como esa nunca habría sido posible por medios naturales. Sin embargo, ahora si lo es después del desarrollo de las armas nucleares (1945) y de los misiles balísticos intercontinentales (en los años 60).

2.      El ejército asiático de 200 millones.
Apocalipsis declara que durante la tribulación un ejército de 200 millones atravesará Asia con un rumbo a Israel (Ap.9:13-16; Ap.16:12). Cuando se escribió el libro de Apocalipsis, la población total del mundo era de solo 200 millones.
No fue hasta el 1650 d.C. que la población mundial se duplico, y llegó a los 400 millones de personas. Durante el siglo XX se registró una explosión demográfica sin precedente debido al desarrollo de la medicina moderna. Por ejemplo, el primer antibiótico, la penicilina, no se desarrolló hasta 1927.

3.      Los dos testigos en Jerusalén.
Apocalipsis 11 nos dice que dos testigos de Dios actuarán como profetas durante la tribulación y llamarán al mundo al arrepentimiento. El anticristo los matará en la mitad de la tribulación, y sus cuerpos permanecerán en las calles de Jerusalén durante tres días y medio mientras todo el mundo los observa.

4.      La imagen del anticristo.
Apocalipsis 13 afirma que el falso profeta hará una imagen del anticristo y parecerá darle vida. Como Satanás no puede dar vida, eso tiene que ser un engaño.

5.      La marca de la bestia.
Apocalipsis 13 dice también que el anticristo controlará todas las compras y las ventas alrededor del mundo, y lo hará por medio de una marca en la mano derecha o en la frente de cada persona. Antes de la invención del láser y la tecnología informática tal control nunca constituyó una posibilidad.

Estos son algunos ejemplos de profecías que ahora comprendemos por primera vez, lo que indica claramente que vivimos en la época del regreso del Señor.

Fuente: Biblia de Estudio de Profecía, Reina Valera 1960, Tim LaHaye, autor David R. Reagan.